¿Alguna vez han imaginado qué harían las princesas de los cuentos si salieran a la calle real? ¿Y si las mujeres tuviesen que vivir en una constante postura típica de revista de moda? ¿O si tal vez se las invitara a clases para mejorar sus orgasmos? ¿Y si su felicidad dependiese de un bolso de Chanel? ¿Alguna vez lo han pensado? O yendo más allá, ¿lo han visto? La respuesta, si su nombre es Yolanda Domínguez, probablemente sea que sí, y es que a esta artista multidisciplinar no sólo se le ha ocurrido pensarlo, sino que lo ha escenificado en plena calle para convertirlo en un mensaje cargado de crítica, ironía y humor, sobre estos temas que giran en torno a la mujer.
Los ‘livings’, estas performances en las que el público no sabe que está formando parte, pretenden lanzar esos mensajes y además observar las reacciones de la gente, un método cuya autora ha podido comprobar que es mucho más efectivo, ya que pone al público en contacto directo con la acción y el mensaje, y pese a las múltiples reacciones, en ningún caso resulta indiferente.
Los ‘livings’, estas performances en las que el público no sabe que está formando parte, pretenden lanzar esos mensajes y además observar las reacciones de la gente, un método cuya autora ha podido comprobar que es mucho más efectivo, ya que pone al público en contacto directo con la acción y el mensaje, y pese a las múltiples reacciones, en ningún caso resulta indiferente.
Esta artista afirma que al observar sus primeras fotografías es cuando se dio cuenta de que, de modo inconsciente, creaba escenarios en entornos urbanos en los que introducía elementos femeninos y generaba desconcierto, pero que fue cuando realizó el proyecto de “Princesas 2.8”, en el que pidió a unas actrices que interpretaran de manera real lo que quería transmitir, cuando se dio cuenta de que lo interesante no era lo que pasaba en la cámara, sino en la propia calle, interactuando con la gente que compraba los objetos de esas princesas, preguntaba o se quedaba mirando. Quizás esto fue un punto de partida, al descubrir lo que ella define como “otra forma válida de construir una imagen, no en un papel, sino directamente en la retina del espectador, una imagen viva en la que poder intervenir”.
Hay casos de mujeres fotógrafas, como el de Cindy Sherman, que Pepe López, profesor de Historia del Arte, señala como interesantes, ya que tomándose a si misma como modelo, se reinterpreta en miles de mujeres diferentes, construyendo así un discurso reflexivo sobre la imagen social que se da de la mujer; o la escultora Kiki Smith, cuyas obras son un claro ejemplo de la crítica que quiere lanzar sobre la visión sexista que existe de la mujer, como demuestra en “The dinner party”, una serie de esculturas basadas en las formas de la vagina, hasta las instalaciones de la artista Annette Messager, que en la mezcla de realidad y fantasía que hace también está implícita su observación acerca del mundo femenino. Casos en los que, estas mujeres artistas, han centrado también la razón de sus obras en lanzar esos mensajes para, al menos, intentar hacer recapacitar.
La antropóloga y especialista en Estudios de Género, Ana Verdú, asegura que “el arte tiene un potencial tremendo para la crítica social”, y más mediante acciones directas como las que realiza Yolanda, ya que “tiene un mensaje que llega de una forma muy directa, y además es trasmitido con humor. En las charlas sobre estos temas el público está mucho más acotado”. Yolanda, por su parte, afirma que no sabe si son las que más influyen, pero cree que, al menos, este tipo de acciones “responden a la evolución natural de las formas y los lenguajes artísticos”, algo que cada vez vemos más, en artistas buscando nuevos lugares para dar a conocer sus obras, “algo que ya forma parte del pensamiento contemporáneo”, para dar lugar a “nuevas vías de expresión para los que vemos en el arte mucho más que una lámina para decorar un salón”.
En cuanto a la imagen de la mujer en los medios, la creadora de estos livings cree que los medios en sí son determinantes para el cambio social, ya que “influyen en la construcción de los roles y tienen un papel decisivo sobre ello. Hay miles de estudios sobre la imagen estereotipada y acotada de lo femenino en los medios y las consecuencias nefastas que hacen en la percepción del propio cuerpo y en la forma de relacionarnos”. Observa que la mujer en los medios es, en muchos casos, “un mero objeto sexual que se reduce básicamente a tres perfiles: modelos, actrices y amas de casa, mientras que ellos suelen copar los temas de política, poder y empresa”. Por ello, lo que pretende con su discurso es “bombardear desde dentro”, y las imágenes de sus acciones se difunden a través de esos canales mediáticos, el medio que ve “necesario para transmitirlo, ya que son responsables en la construcción de esta imagen de la mujer”.
En esta construcción por parte de los medios, June Fernández, directora de la publicación Pikara magazine, resalta lo curioso que resulta que en portadas de revistas, tanto femeninas como masculinas, aparezcan mujeres, aunque sea una misma mujer en un registro diferente. Pone el ejemplo de una portada de Pilar Rubio en Cosmopolitan y la misma en FHM. La primera aparece con shorts y camiseta discreta, maquillaje natural y expresión jovial, mientras que la segunda aparece enfundada en un trikini negro, muy maquillada y con gesto agresivo. "El componente pedagógico de estas revistas es importante, ya que enseña a los hombres cómo ser muy hombres y a las mujeres a ser "las mujeres correctas". En la concepción machista, lo que define al hombre es la heterosexualidad y la actitud de eterna disponibilidad sexual, lo cual hace que se venda a la mujer como objeto sexual. A la mujer se le apela a su feminidad, a cómo vestirse y comportarse para ser “buenas mujeres”, y esa es la Pilar Rubio con jersey blanco y cara lavada, porque se vende que los hombres quieren a la Pilar Rubio con trikini para follar, pero que ninguno se casará con ese arquetipo de mujer”.
No es extraño, pues, que Yolanda se considera a si misma como una activista. Cree que el arte es “una herramienta de transformación social, un modo de participar en el mundo que nos rodea”, y que hay muchas formas de acercarse a él. Y a pesar de que hay gente que piensa que “el arte es inútil”, cree que hay que comprometerse, no dedicarse simplemente a “hacer cosas bonitas”.
El mejor ejemplo de ello son sus trabajos y el mensaje que denotan, y desde su versión actualizada de las princesas que salen a la calle, como una crítica directa a esa concepción de que toda mujer tiene que esperar a su príncipe, a una mujer que habla de sexo abiertamente, a otra mujer que posa en medio de la calle como si se tratase de una modelo ya que esa es la pose que se espera de ella, a una mujer que patalea a cambio de unas monedas que la lleven a estar más cerca de tener un bolso Chanel, y otros tantos livings en los que, los temas que observa y la preocupan del mundo femenino, se convierten en curiosas acciones que, desde luego, no dejan a nadie indiferente, tal como podemos apreciar al comprobar la repercusión que sus acciones han tenido en prensa a nivel internacional.
“Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Cielo eternamente azul, tías que nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con Photoshop. Imágenes relamidas, músicas pegadizas. (…) El Glamour es el país al que nunca se consigue llegar. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es durante mucho tiempo”.
Así comenzaba Frédéric Beigbeder su libro 13,99, en el que trata sobre el mundo de la publicidad, de la creación de necesidades inexistentes mediante los hábitos de consumo, algo que influye en nuestros hábitos de compra y, en definitiva, en los cánones. Y vemos diariamente, en la calle, la televisión o en revistas, imágenes de mujeres que venden determinadas poses, ideales de belleza, posiciones en un mundo de glamour que se corresponde poco con la mayoría de las vidas de miles de mujeres. Ni corta ni perezosa, Yolanda Domínguez se preparó para plantarse en la calle con una crítica al “falso mundo del glamour”, con un resultado compuesto por miles de opiniones diferentes y en los que la gente, al observar a las mujeres que posaban como congeladas en lugares públicos reproduciendo las poses de esas revistas de moda, tuvieron miles de reacciones. Desde preguntarle si estaban enfermas, llamar a la policía… Yolanda Domínguez afirma que su objetivo era “descontextualizarlas para evidenciar lo ridículas que son y el mensaje que están transmitiendo. Estamos tan acostumbrados a verlas en ese contexto que ya las asumimos como lo normal, pero si te detienes a pensarlas la cosa cambia”.
El resultado de ver estas posturas, en lugares normales y en mujeres normales, consigue ese objetivo que buscaba la artista. Y si no, pasen y vean:
Ellos también rompen
En el caso de la moda es constante ver a modelos delgadas y altas luciendo los diseños de las colecciones. Sin embargo, hay algunos diseñadores que se unen también a este intento de ruptura con el estereotipo de mujer.
Sin ir más lejos, Beth Ditto, cantante del grupo The Gossip, fue la encargada de abrir el desfile de Jean Paul Gaultier de verano de 2010 en la Paris Fashion Week, además de ponerle voz y música al desfile, mostrando una imagen libre de complejos y convirtiéndose en el broche de oro del desfile del diseñador. Y no ha sido su única intervención, ya que la marca de maquillaje MAC también la ha contratado como imagen.
También en una London Fashion Week celebrada en 2010 el diseñador Mark Fast se atrevió a salirse del canon y escogió a modelos de tallas mayores, lo cual suscitó polémica ya que eran vestidos ajustados. De hecho, varios de los miembros de su equipo renunciaron a formar parte del elenco al enterarse de la noticia.
Pero no son los únicos, ya que diversas marcas y revistas han comenzado a optar por tomar como modelos a “mujeres reales”, y algunos estudios demuestran que esto ha incrementado las ventas más que en los casos en los que las modelos que vendían lo mismo eran profesionales, como es el conocido caso de la crema Dove.
La directora de Pikara magazine, June Fernández, añade a este tema que cree que existe una necesidad de introducir diversas mujeres en los medios de comunicación, mostrando así que el concepto de belleza es relativo y que no sólo depende de quién mira y quién posa, sino también de los patrones culturales, y ejemplifica esto con la serie “Anatomía de Grey”, donde “sus protagonistas no son especialmente guapas ni tienen medidas perfectas, pero se las muestra como atractivas debido a sus cualidades personales y profesionales. Además, “tienen éxito con mujeres y hombres muy atractivos, y es así como capítulo a capítulo nuestra mirada va cambiando”.
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