Mujeres, Versión Original y viceversa

Por haber, dicen que hay casi 3.500 millones de mujeres en el planeta, lo cual podría equivaler a unos cuantos millones de tipos de mujeres absolutamente diferentes, cada una distinta a la anterior. Sin embargo, los cánones que hemos visto y vemos representados en la fotografía, las artes, la publicidad o la televisión, han sido y son generalmente algo estereotipado y repetitivo que en algunos casos, poco a poco, se intenta cambiar para mostrar una realidad diferente. Así llegamos a Pascual Martínez, un fotógrafo murciano que se convirtió en el ganador del Certamen de Fotografía de Cultura Popular con su proyecto Mujeres V.O. en el año 2010, con el que pretendía, ante todo, mostrar esa visión que tiene de la mujer, tan lejana a la que se nos repite en revistas, anuncios y medios: una mujer en versión original y mostrándose tal cual es, sin poses, artificios ni máscaras, ellas en plena esencia.


Podríamos bucear en la historia de la fotografía, o en general del arte, para darnos cuenta de que el papel de la mujer ha sido diverso, ya fuese desde el punto de vista de la mujer como tema o de la mujer artista, pero que por lo general siempre ha pasado a la sombra del hombre. Pepe López, profesor de Historia del Arte y la Fotografía en la Escuela de Arte de Murcia, señala algunos casos que le parecen interesantes para entender esto, como el caso de Meret Oppenheim, mujer con ansia de libertad y artista íntimamente relacionada con el movimiento Dada, que sin embargo se la reconoce por haber sido amante de Man Ray; de la creadora audiovisual Maya Deren, sumamente importante por su modo de experimentar con la imagen y su modo de dar rienda suelta a su ansiedad, sentimientos y sueños mediante la creación; hasta las mujeres burguesas que retrataban su entorno, como es el caso de Lady Clementina Hawrden, que realizaba fotografía dentro de su casa haciendo constantes evasiones al exterior por la ventana y haciendo gala de la fotografía como medio para expresarse dentro de esa “prisión de oro” en la que se convertía el hogar; o el caso de Alice Boughton, que retrataba a sus hijas y a sí misma, mostrando esos roles de la mujer y las niñas, a la visión pesimista y onírica de Francesca Woodman, y así podríamos seguir en una interminable lista.

También hay multitud de casos contemporáneos en los que se intenta dar una visión bastante subversiva de lo que normalmente vemos, como el de Orlan (se practica operaciones estéticas y lo muestra, todo su trabajo gira en torno a una visión feminista personal), Gina Pane (emplea su cuerpo como propio soporte artístico para expresar los conflictos y represión sexual), Valie Export (artista disciplinar que convierte su actividad artístico feminista en algo activista), hasta incluso hombres que han querido expresar su yo femenino o su interpretación de este mediante la fotografía, como Urs Lüthi, o de casos aún más desconocidos, como el de Delagrace Volcano y su concepto de “Drag King”, en el que son mujeres las que se convierten en hombres, y otros tantos que podemos obtener de libros que han estudiado estos temas, como El arte último del S. XX del posminimalismo, de Ana María Guasch, o exposiciones organizadas para intentar dar luz a esas mujeres artistas y esas visiones femeninas del mundo, lejos de los estereotipos que todos conocemos, como la conocida bajo el nombre de WACK! Art and the Feminist Revolution, inaugurada en 2007 en el MOCA de Los Angeles.

Sin embargo, estos últimos trabajos son prácticamente desconocidos para la gran mayoría, y si nos paramos a observar la obra de fotógrafas y artistas más clásicas, vemos cómo el mundo femenino que recreaban en sus imágenes eran, o bien escenas familiares, o bien el mundo interior de esa mujer, o su lucha por hacerse un hueco o de manifestarse como artista, pero la visión que se ha dado de la mujer durante muchos años ha sido fruto del tópico de “mujer florero” (o vean a Catherine Deneuve en Potiche, mujeres al poder luchando contra ello), algo que se vio potenciado por medios de comunicación y la publicidad de una época retrógrada, que nos imponía a una mujer coqueta y muchas veces sumisa, una mujer madre, como podemos comprobar al observar los folletos que se daban en los años 50 a las mujeres sobre cómo ser esposas perfectas tras hacer el Servicio Social de la Sección Femenina de la Falange, o los libros y revistas para chicas de entonces, u otros tantos casos actuales donde mediante revistas de moda, publicidad y televisión se nos venden a una mujer que ha de estar siempre bella, trabajar, ser ama de casa y madre, joven y consumista, en definitiva, una Superwoman.

Para June Fernández, directora de la revista digital femenina Pikara magazine, esto es “una locura, ya que supone más presión para las mujeres que esa dicotomía tradicional entre buena esposa u objeto sexual. Esa mujer completa es la que nos venden las revistas como Cosmopolitan, o la mujer tipo Sexo en Nueva York: aparentemente liberada sexualmente e independiente, pero que en realidad ansía encontrar su príncipe azul”. Por ello afirma que ese patrón de mujer independiente le parece “un arma de doble filo, porque en realidad es más exigente e inalcanzable, dado que se mantiene al mismo tiempo la exigencia de ser (o querer ser) buena madre y esposa. Y guapa”.

Ana Verdú, antropóloga especialista en Estudios de Género en la UMH, cree que en una sociedad tan mediatizada como la actual es obvio que las imágenes que los medios transmiten se convierten en gran parte de los referentes con los que los individuos aprenden a interpretar el mundo de un modo u otro, por lo que la relación entre los roles sexuales y el mantenimiento o incremento de un determinado comportamiento por parte de la sociedad se ha convertido en un fenómeno que muchos expertos estudian, ya que muchos problemas de salud que afectan especialmente a la población femenina, como la anorexia o el padecimiento de secuelas derivadas de la cirugía estética, están íntimamente relacionados con la difusión obsesiva de una imagen femenina ligada al cuerpo y a la belleza a partir de unos parámetros muy estrictos.

Sin embargo, precisamente en el trabajo de Pascual Martínez encontramos todo lo contrario, una mujer natural, sin disfraces y lejos de esos estereotipos y cánones, y nos preguntamos: ¿qué es entonces esa Versión Original? Duda que, al plantearse, su autor responde: la idea parte de algo que venía pensando desde hace mucho tiempo, ya que mi madre es el pilar fundamental de mi vida. Me di cuenta de que cada una de las distintas mujeres que habían formado parte de mi vida en diferentes partes del país, porque todas han influido, tenían características distintas, y que una de esas características era el espacio que las rodeaba, el que ellas mismas habían creado. Era una idea que maduré durante unos meses y cuando vi la convocatoria decidí comenzar con el proyecto para el ministerio de Cultura sobre las mujeres en sus espacios domésticos, para convertirlas en el pilar fundamental de la sociedad en la que estamos inmersos, y quería darle el máximo protagonismo  a las mujeres pero contextualizando su entorno, para que de alguna manera se viera su personalidad, tal cual como son. Eso es la versión original.

Él afirma que lo que pretendía era huir de ese estereotipo empleando la naturalidad, haciendo que esas mujeres se sintieran cómodas con él, que lo vieran como su fotógrafo, dejando que fueran ellas quienes escogieran en qué lugar querían hacerse las fotos, de qué manera, si querían vestir de un modo u otro, es decir, siendo ellas mismas, esa es “la única premisa” que él les pidió a sus protagonistas.

Su modo de trabajar la naturalidad, tan lejos de esa imagen preconcebida de la mujer, le hace pensar que hay muchas mujeres a las que se “les hace dejar de ser ellas mismas al tener que corresponder a un canon, como es el caso de modelos o actrices”, y cree que para romper con ese estereotipo, precisamente, hay que “dejar que la mujer actúe de la manera que es, dándole la importancia que tiene en la sociedad, no convirtiéndola en lo que el hombre considera que tiene que ser” y “moldeándola para publicidad, para televisión, en moda y en todo”, algo que demuestra que “aún estamos muy lejos de la igualdad de género”.  Sin embargo, cree que es un problema que se podría atacar desde la base, actuando con igualdad desde la infancia, y añade que “tradicionalmente en toda familia se considera  el pilar a la figura masculina porque es quien trabaja, quien trae el dinero, pero realmente el pilar de cualquier familia es la mujer. Si la mujer desaparece como pilar fundamental esa estructura se viene abajo”.

Un homenaje a todas las mujeres que le rodean y cómo él las ve, naturales, y a cómo ellas se quieren mostrar, lejos de esos cánones o trabas que se imponen en los medios tradicionales. Una manera de mostrar a la mujer que “la sociedad necesita”, según Ana Verdú. El resultado, un trabajo “tan sencillo que resulta fantástico”, según Carmen García, una de las mujeres que han posado para la serie de fotografías, y que señala que lo que más le gusta es la capacidad de elección en todo momento, además del hecho de que haya escogido a mujeres “normales” de su entorno personal, en lugar de buscar a grandes nombres, “esto hace que sea un trabajo que nos representa muy bien”.


Como Pepi, como Luci, como Bom.
Todo artista tiene sus influencias, como también pasa en este caso. Al preguntar a Pascual Martínez por quién se sintió más influenciado a la hora de realizar este proyecto, sonrió y dijo rápidamente: Pedro Almodóvar.

Este director español, que nos tiene acostumbrados a sus historias de estética kitsch donde las mujeres son las protagonistas, antagonistas, la razón de ser y los motivos principales de las historias, motivó en cierto modo a Pascual. No es de extrañar, ya que las chicas Almodóvar, en este caso, son mujeres con historias originales (aunque exageradas en algunos casos) que en pocas ocasiones responden a esos estereotipos que se esperan o que se repiten constantemente, como el caso de Carmen Machí en La Concejala antropófoga, en la cual podemos observarla comer flan y esnifar cocaína mientras hace un monólogo sobre el sexo y sus fetiches que podría, a primera voz, ser considerado de políticamente incorrecto; a ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, donde una Carmen Maura convertida en una madre enganchada a las pastillas, soportando a un marido, una suegra, unos hijos “poco comunes” o un vecindario entre lo que cuenta con una prostituta o una madre de una niña con super poderes, a un Todo sobre mi madre y un largo etcétera que componen una filmografía donde, desde luego, la mujer está presente mostrando una cara que pocos otros directores se han atrevido a enseñar.

Es por ello que Pascual dice que Pedro “tiene una sensibilidad especial con las mujeres, se ha rodeado de mujeres en sus películas, las entiende y las respeta”, al fin y al cabo, no es en vano que muchas quieran ser una chica Almodóvar.


Mujeres en el trabajo 2011
 Hay otras alternativas que se realizan cada año para intentar mostrar esas caras que no son tan conocidas de la mujer. Sin ir más lejos, el año pasado los alumnos de 2º de fotografía de la Escuela de Arte de Murcia, la misma escuela donde estudió Pascual Martínez, trabajaron en una exposición que se conoció como “Mujeres en el trabajo 2011”, donde se dedicaron a retratar a mujeres que ocupan puestos de trabajo que les han sido más difíciles de atribuir, como conductora de autobús, escultora o fotógrafa, boxeadora, arquitecta, serena, directora de orquesta, torera, jugadora de rugby o científica entre otras profesiones. Esta exposición, que se presentó en diferentes espacios en calles de Murcia, algo que según Carmen García, profesora de audiovisuales y una de las encargadas de su organización, cuando se hace un trabajo de este tipo “lo importante es que lo vea cuanta más gente mejor”. También señala la importancia de colocar la exposición en medio de la calle, ya que así no se “obliga” a nadie a ir a un determinado lugar, sino que se llega a mucha más gente de un modo directo, que es el objetivo de estas iniciativas, además del impacto que propiciaba el formato de las fotografías (de 1x1m), lo cual “hacía que no pasaran desapercibidas cuando pasabas a su lado”.

Fotografías de la inauguración de Paola Berná

La fotógrafa Maica Carrasco fue una de las encargadas de realizar las fotografías, y afirma que observó seguridad por parte de las mujeres que se convirtieron en las protagonistas del trabajo,  sobre todo “porque representaba una causa tan válida como la evolución de la mujer en los puestos laborales”.

Trabajos que, al fin y al cabo, pretenden posicionar a la mujer en una posición de igualdad, con naturalidad y respeto. Ya saben, casi 3.500 millones de mujeres en el planeta, miles de versiones originales… y viceversa.

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