De corte, sonido y confección

La música sigue siendo una de las principales influencias en la construcción de una estética personal para miles de jóvenes 




Si los hay que reza el dicho que se visten por los pies, los hay también que se visten por los oídos. Como si se tratase de un “dime qué escuchas y te diré cómo vistes”, el fenómeno de las denominadas “tribus urbanas” es algo tan extendido que resulta normal cruzarse por la calle con cualquier joven perteneciente a alguna estética relacionada con una de ellas. Sin embargo, más allá de la mera moda, hay personas que partiendo de esta premisa (la música), emplean su vestimenta como un modo de expresión personal y de lanzar al mundo un mensaje que empieza por lo que llevan en la cabeza y termina en lo que llevan en los pies.

¿Condiciona, pues, realmente la música nuestra estética? ¿Hasta dónde llega la moda como algo efímero y dónde están las pistas que nos ayudarán identificar a quien “le viste” la música de verdad?

Si hablamos de moda en sí, decía el sabio Baudelaire que una de las características de la modernidad es precisamente lo transitorio, lo fugitivo. Por su parte, el sociólogo alemán Simmel creía que la moda tiene la propiedad de presentarse a si misma con aires de algo que va a ser eterno, aunque nada más lejano (y si no, que se lo digan a Amancio…). Sin embargo, existen determinadas estéticas arraigadas a movimientos sociales (culturales y musicales) que pese al tiempo no caducan, y volvemos a ver los mismos patrones, prendas y hábitos, junto a las mismas filosofías que se generaron en décadas pasadas, que de la mano de la música convierten el estilo personal en una carta de presentación de quiénes, cómo y sobre todo, qué (música) somos. Es por ello que, intentando encontrar ejemplos actuales, escogimos cuatro estilos musicales que siguen vigentes en cierto modo a día de hoy, pese a que quedan lejos sus inicios: el punk, el estilo gótico, el rocker y el sixties, para intentar ilustrar mediante la fotografía cuáles son esas pistas que nos dejan ver que no son una invención de la moda si no, más bien, la manifestación de aquello que les gusta.


La música, que se ha constituido a lo largo de la historia como uno de los principales referentes culturales y de interacción social, sigue siendo uno de los pilares de los jóvenes que se identifican con movimientos que surgieron en el pasado y otros tantos que surgen en la actualidad, arraigados a lo que se denomina en muchos casos como “subculturas”, ya que reacios a los cánones, buscando un sentido individual que escapase de lo habitual o sintiéndose atraídos hacia determinada música o grupo social, adaptaron sus vestimentas para hacer de ella un estilo personal que llevar con orgullo. Estas serían algunas de las características de las denominadas tribus urbanas, algo que se arraiga a jóvenes con necesidades autoexpresivas y cuyas definiciones antropológicas, sociológicas y psicológicas se agrupan en una “necesidad de pertenecer a un grupo social para compartir su ocio”, según una definición de Hall-Jefferson, algo arraigado férreamente a las culturas juveniles aunque, a día de hoy, no hay edad para pertenecer a ellas. ¿O acaso tiene edad la música?

Jam Albarracín, periodista musical que trabaja en La Verdad Grupo Multimedia, considera que “el rock ha sido el fenómeno cultural más importante del siglo XX, y por tanto ha trascendido de manera notoria, tanto social como estéticamente”. Sin embargo, señala algo referido a la “no actitud” y la “no estética”, ya que considera que todo es en sí un conjunto, es decir, incluso la actitud forma parte de la estética. Aunque se refiere al caso de los grupos o artistas, señalando como un buen ejemplo actual a los murcianos Klaus&Kinski, que partiendo de la música ofrece una propuesta artística global en la que la estética juega un papel importante.



“En el principio fue el verbo de los Sex Pistols. Y el verbo se hizo música y la música se hizo carne y habitó entre nosotros. Todo sucedió en Londres, un caluroso verano de 1976. Meses atrás, las revistas musicales habían descubierto una banda rocanrolera que hacía una música estridente, sincopada, excéntrica. Se llamaban los Pistolas Sexuales y estarían liderados por dos muchachos con apodos igualmente provocativos: Johnny Rotten y Sid Vicious (el Podrido y el Vicioso). Su actitud insolente, sus canciones obscenas, sus atuendos desgarrados y sus sonidos arrítmicos hablan de componer un imaginario tan fascinante como repugnante, que pronto atrajo la atención de millares de jóvenes urbanos desempleados y de decenas de reporteros de periódicos amarillos, Había nacido el punk (literalmente: basura, porquería, mierda)”.




Con esta definición del punk de Carles Feixa (antropólogo especialista en tribus urbanas y de la juventud), en su libro De jóvenes, bandas y tribus, podemos imaginar cómo fueron aquellas primeras manifestaciones en las que el punk comenzaba a imperar más allá de las canciones: la estética se convertía en un reflejo de sus mensajes. Albarracín, para el que el punk fue clave durante su adolescencia y que marcó su vida definitivamente, tenía la sensación de que las canciones las había escrito alguien como él, “que se pateaba las mismas calles, alguien que no quería vender humo desde un pedestal de rockstar”, y eso fue lo que hizo que por primera vez sintiera que esas canciones y esa actitud le hablaban directamente, pese a que nunca se consideró totalmente punk porque lo que más le gustaba de él, precisamente, era su individualismo, más la actitud que el sonido.

“Creo que a todos los que vivimos intensamente aquello nos dejó una huella (ideológica, de búsqueda de la esencia, de honestidad) de por vida. Lo que hoy se entiende por punk a menudo no lo es”. En esto están de acuerdo Maritrini y Laé, conocidas conjuntamente como Las Culpass, jóvenes diseñadoras cuya actitud y filosofía de vida roza el punk. No obstante, Laé afirma que “se nota cuando ves a un punk de postal, si realmente te interesa lo que llevas y si te identificas con ello”. No reconocen el punk como “el típico uniforme”, sino más bien como una actitud de libertad, “como llevar un pantalón de chándal con un cinturón de lentejuelas y una camisa de flores, eso es el punk, esa anarquía de estilo mientras te guste, que sea tu esencia y personalidad”. Ellas admiten estar influidas, además, por el DIY y el movimiento Riot Grrrl, algo que está implícito en el tipo de prendas que diseñan, en el que hay un discurso feminista sumamente interesante (emplean objetos femeninos para dotarles de usos completamente diferentes, como medias o sujetadores).

Pablo Cervantes (en la foto de cabecera), pese a negarse a definirse dentro de ningún estilo en concreto, afirma sin embargo que siente cierta tendencia hacia lo oscuro y que de tener que definirse sería algo así como ‘siniestro glam’. “Aquellas cosas que escuchas, los libros que lees, las películas que ves… todo eso es el trasfondo de tu estética al final, es el reflejo de tu personalidad, tu modo de vida y lo que condicionan tus hábitos de consumo y por supuesto, tu modo de vestir”. Briseis y Juanjo, conocidos como los Teenarama Dj’s, están de acuerdo con esto. No obstante, admiten que no se sienten parte de ninguna estética en concreto pero que la música termina por ser un factor determinante a la hora de vestir. “Aunque tú lo tienes como algo normal, porque tienes que vestirte y no piensas que lo vas a hacer como parte de una tribu, es cierto que mucha gente luego te dice que por determinadas prendas que usas eres una cosa u otra. A nosotros nos han dicho mil veces que somos popis o indies, pero no nos consideramos ninguna de las dos”. Su estilo, pese a todo, estaría influido por todo el movimiento sixties, el powerpop y la new wave y en prendas como las camisetas de grupos, las rayas, los vaqueros y las All Star.

Y parece que si algo ha evolucionado del concepto en sí de “tribu urbana” es la unidad a la que hacía alusión, el sentimiento de grupo que lo define como tal. Pese a las estéticas o los gustos en común de los miembros de determinados grupos de amigos, el espíritu de grupo que existió en otras épocas ya no existe como tal. Jam Albarracín, haciendo alusión a los mods, admite que no cree que exista “ese espíritu de grupo tan fuerte” en la actualidad, “de hecho el mensaje final de Quadrophenia, el filme mod por excelencia, es precisamente ese: no pertenezcas a ningún grupo, sé tu mismo. La Lambretta volando hacia el precipicio…”.

Y es que ser consecuente con los gustos personales y reflejarlo (o no) en el modo de vestir no condiciona que se escuchen otros estilos musicales, que puedas estar en otros ambientes o relacionarte con personas que no son afines a ellos. Así lo cree Nico Nigel, que pese a que su estilo es rocker (y lo define como "macarra, pero elegante") cree que a aquel al que le gusta la música igualmente puede escuchar “a unos hippies que a los Ramones, eso no significa dejar de tener un estilo personal”. De hecho, Pablo Cervantes afirma que la gente con la que se relaciona no comparte el sentido de la estética, “quizás compartimos algún grupo… pero las relaciones las baso en el sentido del humor”.

Y si es que hablamos de corte y confección de los estilos, como podemos comprobar, aún podemos hablar de muchos jóvenes que siguen dejando que sus gustos musicales determinen en cierto modo su estética. Ya ven, de corte, sonido y confección.

La tribu Amancio (o el fenómeno camiseta de los Ramones) 

De entrevista en entrevista (y conversación en conversación) hay un punto en el que sale a relucir siempre un mismo tema: el fenómeno de las camisetas de los Ramones. De hecho, hasta Facebook cuenta con una página llamada “Modernos que visten con camisetas de los Ramones sin saber que es un grupo”, que tiene más de 21.000 seguidores. Y es que ellos, entre otros como los Rolling Stones, Motörhead, Blondie o Bowie, han sido protagonistas de tiradas de camisetas en masa en algunos comercios del grupo Inditex.

Esta comercialización en masa de prendas basadas en grupos o en tendencias musicales concretas, que forman parte de las corrientes de la moda pero que están vacías de contenido, es algo que resulta molesto o curioso a muchos, pero pocas veces indiferente. Laura Carrasco, publicista, señala como algo negativo los efectos que esto puede tener sobre los valores de esos movimientos: “no me gusta que algo se ponga de moda y se masifique. Hay gente que lleva camisetas de ACDC y no es que no sepan cuáles son sus canciones, es que no saben ni quiénes son ellos”.

En relación a esto Laé, de Las Culpass, incluso afirma que es muy constante recibir burlas por llevar determinadas cosas, “pero a los tres o cuatro años se lo acaban poniendo porque lo sacan en las tiendas. Es un efecto de la globalización que hace que muchos se pongan lo que les dan, pero no piensan en si les gusta o si se sienten identificados con ello”. Carrasco afirma sobre esto que “la moda desde este punto de vista, al alcance de todo el mundo y vacía de contenido, está creando una masa de ignorancia y de falsos modernos que no es normal”.

Sin embargo, no todo son críticas. Pablo Cervantes y Nico Nigel, por ejemplo, creen que puede ser un buen momento para comprar cosas que les gustan por precios más asequibles, incluso para “descubrir que te gusta un estilo a la hora de vestir y que eso te lleve a un movimiento musical”, según Nigel, o como señala Juanjo (de los Teenarama), “para hacer acopio de aquellas prendas con las que te vistes habitualmente”.

Y es que, si no hace el hábito a la monja, como diría Jam Albarracín: “aunque se puedan comprar camisetas de Sex Pistols en Zara, muñequeras en El Corte Inglés o que vengan chapas dadá en las cajas de galletas, siempre existirán los postulados de Hugo Ball, el Cabaret Voltaire y los manifiestos de Guy Debord”.


Los protagonistas del reportaje

Estilos en los que ha influido el punk, el rockabilly, el gótico o los que han ido derivando del mod son los movimientos musicales que hemos indagado de mano de Las Culpass, Nico Nigel, Pablo Cervantes y los Teenarama Dj's. Cuáles son sus preferencias musicales, qué leen o qué películas son sus favoritas son algunos de los condicionantes que influyen sobre su apariencia exterior, y que expresan en cierto modo aquello que son, y hemos intentado recogerlo en fotografías. Decía Jam Albarracín que tiende a pensar que "en estos momentos hay alguien en su casa o su local escribiendo las canciones que cambiarán el rumbo de la música, lo cual creará también nuevas estéticas asociadas". De momento, y hasta que lleguen, habrá que alegrarse al comprobar que hay gente que sigue siendo consecuente con aquello que le gusta, pese a no ser "lo que se lleva", y para los que la música ha sido y seguirá siendo, entre otras cosas, un patrón por el que cortarse. ¡Y a bailar!


1 comentario: